CITÉ RENAISSANCE DE MARVILLE

Encaramado en su espolón rocoso, Marville no es un pueblo lorenés de 500 almas como los demás. Llaman la atención sus bellas fachadas renacentistas, su monumental iglesia de Saint-Nicolas y su asombroso cementerio de Saint-Hilaire. Pero es también visitando el interior de las ricas residencias y sus bodegas centenarias como se puede juzgar la actividad de la que fue la segunda ciudad más grande de Luxemburgo en el siglo XVI, con más de 2500 habitantes Durante casi cuatro siglos, del XIII al XVII, Marville perteneció a los ducados de Bar y Luxemburgo. En 1270, se convirtió en la capital de las "Terres Communes", un grupo nebuloso de pueblos que la rodeaban. Gracias a esta particularidad política, pudo disfrutar de un estatus privilegiado y se convirtió en una isla de paz y prosperidad. La neutralidad de la ciudad animó a nobles y congregaciones religiosas a establecerse en ella. Comercio desarrollado con 2 o 3 ferias al año. Señores y ricos comerciantes construyeron suntuosas mansiones y erigieron estelas de igual categoría en el cementerio de Saint-Hilaire para la posteridad. Los monjes cistercienses de Orval tenían una casa de acogida en Marville desde finales del siglo XII. El que se compró en 1518 todavía existe y se puede visitar Lamentablemente, los acontecimientos que han tenido lugar desde que Marville pasó a formar parte de la corona francesa en el siglo XVII han provocado el desuso e incluso la desaparición de parte de este patrimonio. De hecho, Marville perdió su neutralidad en ese momento: se volvió menos interesante vivir allí. Sin embargo, las fachadas del siglo XVIII de la Grande Place se beneficiaron de la arquitectura militar. Las casas pasaron entonces de mano en mano, modernizando y adaptando los espacios que ocupaban según las necesidades. Gracias al impulso de asociaciones y científicos durante varias décadas para promover el lugar, y sobre todo al compromiso de los propietarios de las casas notables y del municipio, en la restauración del patrimonio público y privado en las reglas del arte, Marville se salva así del olvido. La hermosa ciudad renacentista del norte del Mosa se está convirtiendo poco a poco en un lugar protegido y atemporal, popular entre los amantes de lo insólito y lo auténtico.